CONSULTORÍA ESTRATÉGICA EN TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y COMUNICACIONES

CONSULTORIA EN REDES Y SERVICIOS DE TELECOMUNICACIONES




Sector de las telecomunicaciones: más estratégico, imposible

Autor: Ramón Jesús Millán Tejedor

Publicado en BIT nº 213, COIT & AEIT, 2019

Las telecomunicaciones como sector estratégico


Guerra fría entre Estados Unidos y China por el 5GPara Estados Unidos, el líder en productividad e innovación mundial, el sector de las telecomunicaciones es, sin lugar a dudas, estratégico. Incluso Donald Trump, que siempre se ha movido mejor en el sector de la construcción, la restauración y el juego; ha tenido continuos mensajes de apoyo a sus operadoras y fabricantes de telecomunicaciones. Trump ha manifestado en más de una ocasión, que quiere tener tecnología 5G, e incluso 6G, lo antes posible. El coste de las licencias de 5G para las operadoras norteamericanas, es bastante inferior considerando la extensión y población, que el de las europeas. Por supuesto, las operadoras no tienen que financiar a los canales de televisión pública. Trump también, ha bloqueado la entrada de las empresas chinas, porque quiere evitar el espionaje económico, industrial y político. No comparto las formas ni todos los motivos de este veto a los suministradores chinos, creo que hay otras soluciones, pero su preocupación demuestra que las telecomunicaciones se consideran un pilar fundamental de su economía, inteligencia y seguridad nacional.

Sin embargo, para Europa, el sector de las telecomunicaciones no es estratégico. Sus políticas regulatorias han lastrado la cuenta de resultados de las operadoras y, como efecto en cadena, han reducido el empleo y la capacidad de innovación de los suministradores, llevando a muchos a su desaparición. Por supuesto, no hay vetos ni trabas a ningún fabricante del mundo, ni se imponen las mismas reglas (socios locales, contratistas con acuerdos de transferencia tecnológica, etc.) que los suministradores locales tienen que cumplir obligatoriamente para poder vender en otros países, donde al final en muchas ocasiones consiguen pequeñas cuotas de mercado a un precio incluso inferior al de los suministradores locales, poniendo además en riesgo la protección de su conocimiento y propiedad intelectual.

La competencia empresarial tiene consigo una mejora de productos y procesos, derivando en una mayor innovación y calidad de los productos y unos precios más competitivos. Sin embargo, debemos aplicar localmente las mismas reglas (requisitos regulatorios, aranceles aduaneros, trabas administrativas, subsidios industriales, etc.) que son aplicadas a los suministradores locales cuando quieren vender en el exterior.

En España y otros países de Europa, hay más operadoras que en países mucho más grandes, como China o Estados Unidos. La situación actual es que la red de acceso móvil ya ha sido en varios casos externalizada y su infraestructura es compartida por varios operadores. Con los avances tecnológicos de 5G ("cloud native", "network slicing", etc.), las operadoras podrían incluso llegar a compartir también el núcleo de la red. Si las operadoras no pueden competir y jugar con las mismas reglas que los OTT, al final acabarán convirtiéndose en OTT, con el impacto que esto supone en inversión y calidad de infraestructura de telecomunicaciones y en el empleo y creación de riqueza.

En los últimos años han aparecido tecnologías revolucionarias, como "big data" o "blockchain", que van a traer grandes beneficios a usuarios y empresas, pero a costa de altos consumos energéticos debido a la elevada capacidad de procesamiento que requieren. Europa y, en especial España, tienen una alta dependencia energética y un elevado coste de energía. Sin embargo, los reguladores parece que no ven en esto un problema. Al igual que la eficiencia en la fabricación depende mucho de los bajos precios energéticos, las nuevas soluciones tecnológicas, para ser competitivas, requerirán también de energía barata. De no ser así, los grandes centros de datos se irán fuera de España.

Según datos de Eurostat, el coste de la energía española está a la cabeza de todos los países de Europa. De hecho, el efecto es más acusado para las familias que menos consumen, pues en España se paga un alto porcentaje de gastos fijos que no dependen del consumo de gas o electricidad. Los reguladores no buscan medidas efectivas para tratar de reducir esos precios, es más, los protegen, poniendo barreras; por ejemplo, al autoconsumo y la venta de excedentes a la red. Cuando los trabajadores estamos en "roaming" pagamos lo mismo en teléfono que en casa, si bien estamos utilizando en una conexión más compleja y con más operadores, equipamiento y tecnología involucrada. Sin embargo, la Unión Europea no ha tenido en cuenta estos aspectos en su política de "roaming" sin recargos. En cambio, la Unión Europea no acaba impulsar la creación de un mercado europeo de la energía integrado y competitivo, reduciendo la dependencia exterior, mejorando la eficiencia energética y potenciando el uso de energías renovables.

No es de extrañar, que en este contexto, las empresas energéticas operando en el Viejo Continente y, en especial en España, tengan unos excelentes beneficios y flujos de caja y su cotización en bolsa esté en máximos; en cambio, las operadoras y los suministradores de telecomunicaciones, no levantan cabeza. Las políticas de la Unión Europea están suponiendo que cada vez seamos más irrelevantes en nuevas tecnologías -en cuanto a empresas, investigadores, innovación, gasto en I+D, etc.-, a pesar de su gran importancia en el incremento de la productividad, la mejora en la calidad de la vida, el ahorro energético, la reducción de la contaminación y cuidado medioambiental, la seguridad… Por otro lado, cada vez tenemos una menor eficiencia energética, impactando en el empeoramiento de la calidad de vida, reducción de la productividad, deslocalización y cierre de empresas, despidos...


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