Desde la explosión masiva de Internet a primeros de los años 1990 se han modificado los modos de producir, distribuir y difundir la información. Los libros no han sido ajenos a este fenómeno. Al principio fueron las grandes librerías las que abrieron portales Web en Internet para vender sus artículos en el ciberespacio. Pero, con el cambio que suponen las nuevas posibilidades de la transmisión de información vía Internet, la innovación llegó al mismísimo formato del libro tradicional.
A pesar de los pronósticos poco favorables, millones de internautas esperaron frente a su computadora el lanzamiento del libro virtual de Stephen King titulado “Riding the bullet” el 14 de marzo del año 2000, impidiendo que se cumpliera la suposición de que a nadie le interesaría mantener su ojos en una pantalla para seguir el curso de una historia de ficción. En pocos días se vendieron más de medio millón de libros a un precio de 2,5 dólares cada uno. El autor, para quien esta iniciativa era un experimento, que declaró sentir “curiosidad de ver cuál será la respuesta de la gente. Eso me permitirá saber si esta propuesta tendrá éxito masivo en el futuro". Con estos resultados, parece claro que no habrá que esperar al futuro para confirmar que el libro digital o electrónico tiene un futuro halagüeño.
Y es que un libro digital, además del texto e imágenes tradicionales, ofrece la posibilidad de introducir hiperenlaces, imágenes de alta calidad y a todo color, vídeos, música, etc. El libro digital abre la posibilidad de generar nuevas formas de arte y de comunicación, accesibles en pocos minutos, a cualquier hora y en cualquier lugar, para los millones de internautas.
Tradicionalmente han existido muchas barreras a la transmisión de contenidos digitales, por lo que la distribución se ha realizado principalmente a través de formatos físicos como CD o DVD, en vez de a través de Internet. El principal ha sido el relacionado con el volumen de datos digitales, es decir, el número de bits que requiere la representación con altas prestaciones (buena calidad, cortos tiempos de descarga, etc.) de dicho contenido. La rápida evolución de la tecnología de tratamiento de imágenes, documentos, vídeos y sonidos digitales ha supuesto la aparición de una multitud de tecnologías y estándares como DivX, MPEG, VCD, JPG, GIF, MP3, etc. Se trata de formatos de codificación y compresión, para que el volumen de información sea menor y se tarde menos en enviar/recibir o almacenar los archivos. La evolución de estas técnicas ha sido tal que ya es posible incluso distribuir contenidos digitales no sólo en modo descarga, sino también en modo flujo o tiempo real. Para ambos modelos de transferencia de contenidos, las redes P2P ofrecen muchos beneficios en eficiencia y costes con respecto a las tradicionales redes cliente-servidor, por lo que su uso será cada vez mayor.
Los archivos de texto son aquéllos que están compuestos únicamente por texto sin formato, es decir, por caracteres. Dichos caracteres se pueden codificar de distintos modos dependiendo de la lengua empleada. Algunos de los sistemas de codificación más usados son ASCII, ISO-8859-1 o Latín-1, Unicode, etc. Se conocen también como archivos de texto plano por carecer de información destinada a generar formatos y tipos de letra (por ejemplo, tipo de letra Arial, Times, Courier; formato negrita, subrayado, cursiva; tamaño; etc.). La costumbre ha hecho que los archivos de texto se nombren con la extensión de archivo “.txt”, aunque pueden tener cualquier otra, a capricho del usuario (son válidas y habituales “.inf”, “.dat”, etc.). Los archivos “.bat” (o de proceso por lotes), los “.html” y muchos otros son también archivos de texto que tienen funciones especiales. Las aplicaciones destinadas a la escritura y modificación de archivos de texto se llaman editores de texto.
Los documentos y libros electrónicos suelen desarrollarse mediante los programas denominados procesadores de texto. Un procesador de textos es un programa informático para componer, dar formato, modificar o imprimir documentos. Es el actual sustituto de las máquinas de escribir, aunque con mayores prestaciones, ya que pueden incluirse imágenes e integrar otros tipos de datos. Los procesadores de texto se distinguen de los editores de texto en que los procesadores pueden manejar texto con formato, imágenes, tablas y otros elementos que acompañan a un documento de texto, mientras los editores sólo manejan archivos de texto “plano”.
Hay una gran cantidad de programas diferentes, algunos muy sencillos y otros completamente especializados. Entre otros cabe citar OpenOffice.org Writer, de entre los procesadores de texto gratuitos, y WordPerfect y Microsoft Word, de entre los comerciales.
El objetivo de estas aplicaciones suele ser obtener un documento impreso con formato, pero el archivo de texto enriquecido que producen también es útil como documento electrónico. Por lo general, cada procesador de texto genera su propio formato propietario sin ningún tipo de compresión y a pesar de que, a través de plugins, algunos procesadores de texto pueden reconocer documentos generados por otros programas, siempre persiste algún tipo de incompatibilidad. Esto es un problema para el intercambio de documentos y para preservar la información en el futuro. En los documentos Word (formato “.doc”), por ejemplo, es necesaria la migración a otros formatos Word sucesivamente más modernos, sin que pueda garantizarse que estas migraciones no ocasionen pérdidas de información o cambios en la presentación de los documentos. Otra razón importante para evitar el uso de formatos propietarios es que no se asegura la supervivencia futura de las empresas que desarrollan actualmente los procesadores de texto.
RTF (Rich Text Format) ofrece alguna mejora en el aspecto de compatibilidad entre plataformas. Se trata de un lenguaje de descripción desarrollado por Microsoft para intercambiar información entre programas multiplataforma de edición de texto. Pero RTF no está totalmente estandarizado y rara vez se emplea para guardar documentación. El formato RTF, que utiliza la extensión de archivo “.rtf”, es el usado por omisión en el editor de textos de MacOS X TextEdit y en Microsoft Windows WordPad.
La utilización de un formato de codificación estándar como XML (eX-tensible Markup Language) permite perpetuar los documentos electrónicos. XML es un formato idóneo, ya que además de ser no propietario y, por lo tanto, garantizar la preservación de la información (ASCII), permite estructurar la información y su intercambio a todos los medios. Con este formato se pueden utilizar técnicas de migración sin dificultad, ya que sólo contiene texto puro. Además, puede ser abierto y modificado por cualquier editor o procesador de textos, e incluso por cualquier navegador Web.
En cuanto a los formatos mixtos, los más recomendables son Postscript, que puede enviarse a cualquier periférico que soporte este lenguaje, sin tener en cuenta su resolución, produciendo un resultado adaptado a cada tipo de periférico; y sobre todo PDF (Portable Document Format), que es un formato abierto de almacenamiento comprimido de documentos basado en Postcript desarrollado por Adobe Systems, que ha conseguido una gran difusión durante los últimos años.
PDF (Portable Document Format) es una forma de almacenamiento de documentos desarrollada por la empresa Adobe Systems. Uno de sus principales beneficios es su condición de multiplataforma, por lo que puede visualizarse por los principales sistemas operativos (Windows, Linux o Mac) sin que se modifique su aspecto o estructura original. Además, guarda de forma comprimida una combinación de texto, gráficos, imágenes o incluso música. Los archivos PDF tienen el mismo aspecto que los documentos originales, al tiempo que mantienen las fuentes, imágenes, gráficos y diseño de cualquier archivo original, independientemente de la aplicación o plataforma empleadas para crearlo. Estos archivos pueden cifrarse para proteger su contenido o incluso firmarse digitalmente, favoreciendo así la distribución e intercambio más seguro y fiable de documentos electrónicos.
Por todo esto, PDF se ha convertido en uno de los formatos estándar más extendidos en Internet para el intercambio de documentos. Gobiernos, empresas, profesores, estudiantes, etc., de todo el mundo lo han adoptado para agilizar la el intercambio de documentos, aumentar la productividad y reducir la dependencia del papel.
Existen herramientas gratuitas para generar ficheros PDF a partir de cualquier procesador de textos como, por ejemplo, Word. Un ejemplo es el programa gratuito CutePDF. Básicamente, lo que hacen estos programas es añadir una impresora al ordenador, por lo que para generar el archivo PDF basta con imprimir el documento que se quiere convertir a este formato desde el procesador de textos en cuestión y seleccionar la impresora PDF y el nombre del archivo y el lugar donde se almacenará. Esta impresora generadora de ficheros PDF también puede emplearse desde otros programas, como hojas de cálculo tipo Excel o herramientas de presentaciones tipo PowerPoint.
Para visualizar los ficheros PDF, Adobe ofrece un lector de documentos Adobe Reader sobre diversas plataformas como PDA o PC y sobre distintos sistemas operativos como Windows o Unix. El fichero PDF puede ser compartido, visto e impreso en cualquier sistema mediante este software gratuito, independientemente del sistema operativo, la aplicación original o las fuentes. El lector de documentos dispone de funciones de búsqueda completas para localizar palabras, marcadores y campos de datos en los documentos.
Con el software comercial Adobe Acrobat o Adobe LiveCycle se puede proteger los documentos PDF con contraseña para evitar la visualización, modificación o impresión no autorizadas, al mismo tiempo que los revisores autorizados pueden utilizar herramientas intuitivas de comentarios y edición.
Un libro electrónico (e-book) es un archivo digital que contiene texto, al igual que un documento Word o Acrobat Reader, pero con otras peculiaridades que lo hacen muy parecido a un libro en formato papel: se avanza página a página (sin barras de desplazamiento), tocando la pantalla; se pueden añadir marcas a las páginas, o subrayar un texto o escribir notas al margen; se puede volver a la última página leída; incluye portada o índice; etc.
Los libros digitales están disponibles en todas las categorías y géneros, desde los best-sellers hasta los clásicos. Aunque por ahora la mayoría están en inglés, cada vez hay más en castellano. La mayoría de los clásicos son libros de dominio público (es decir, aquellos cuyos autores han muerto hace más de 70 años) y en general están disponibles gratuitamente. El resto se vende a un precio menor que los impresos. Algunas de las editoriales españolas de libros en red más importantes son: Ciberautores, LibrosEnRed, Premura, Virtu@Libro, etc.
Los libros electrónicos se editan en un formato determinado, generalmente incompatible con el resto. Los principales son Microsoft Reader (archivos “.lit”), Acrobat Reader (archivos “.pdf”) y MobiPocket. Para leer una obra de uno de estos formatos en un PC o PDA hay que tener instalado el lector del formato correspondiente, que es gratuito. También existen dispositivos electrónicos portátiles diseñados ex-profeso para leer libros, como SoftBook o Rocket eBook. Se trata de dispositivos del tamaño de un libro de bolsillo y poco peso, con pantalla táctil, generalmente monocroma. Durante los próximos años, éstos dispositivos reducirán su precio y tamaño y mejorarán la calidad de sus pantallas, añadiendo también micrófonos para leer (y escuchar) cómodamente y en cualquier lugar auténticos libros multimedia.
Una de las características principales del libro electrónico es que para proteger los derechos de autor y editor no pueden ser impresos, prestados o copiados a menos que el editor o el propietario dé el permiso oportuno. Por lo general, el libro electrónico queda siempre asociado al ordenador donde se ha realizado la descarga. Si se borra o daña un libro comprado, puede volver a descargarse gratis.
Una de las principales ventajas del libro electrónico para el lector con respecto a los libros tradicionales es el enorme ahorro espacio que suponen. De esta forma, en el mismo espacio que ocupa un libro cabe un dispositivo digital con toda la biblioteca personal entera. Otra gran ventaja es que resulta mucho más barato, entre un 35-70% con respecto al precio de una edición en papel. Esto se debe al ahorro en costes de impresión, transporte y distribución. Otras ventajas son de los libros electrónicos son: ahorran papel, algo que además de reducir el precio produce grandes beneficios al medio ambiente; pueden leerse en condiciones de escasa luz ambiental; en ellos es más fácil realizar búsquedas de palabras o frases; resulta muy sencillo hacer resúmenes; se pueden insertar anotaciones o subrayar; es posible navegar por el texto de forma similar a como ocurre en las páginas Web; se puede adquirir el libro de forma instan-tánea en cualquier momento y lugar; existen más opciones de lectura gratuita; etc. Junto a todo esto, no hay que olvidar la capacidad de los libros electrónicos de incluir ficheros multimedia (vídeos, música, zoom de imágenes, etc.), que pueden enriquecer enormemente los contenidos; o incluso, de crear libros con capacidad de lectura automática en voz alta, una ayuda para personas con problemas auditivos o para la formación en idiomas.
El principal inconveniente para los lectores es que todos tenemos el hábito de leer libros impresos y nos cuesta acostumbrarnos al soporte electrónico. Pero algo similar sucedió con mucha gente al enfrentarse a los procesadores de texto: la costumbre de escribir con bolígrafo y papel les impedía escribir directamente con el editor de texto... hasta que poco a poco se fueron descubriendo sus indudables ventajas. Otro inconveniente, ya prácticamente superado, es que la representación del texto en los libros electrónicos no llegaba a igualar en calidad a un texto impreso. Además, generalmente el libro electrónico no puede copiarse ni imprimirse y la oferta no es tan amplia como la de los libros tradicionales.
Para el editor, el libro digital ofrece ventajas adicionales, como el hecho de que la distribución y el alcance de la obra se extiendan a un nivel mundial con un coste muy bajo. El editor tiene, además, un ahorro de costes considerable en materiales, impresión, almacenamiento y distribución. No existen, por ejemplo, los excedentes de stock, es decir, si una obra no se vende no se producen estos riesgos.
El libro digital también tiene muchas ventajas para los autores. Por ejemplo, hay editoras electrónicas dispuestas a publicar obras sin que éstas pasen por el Consejo Editorial, con lo que los autores tienen mayor confianza en que sus obras van a ser publicadas. Es más, un autor novel puede tener acceso a la edición de su obra sin pasar por el análisis comercial. La distribución y alcance de una obra abarca un nivel mundial, por lo cual tiene mayores posibilidades de difusión. Finalmente, el derecho de autor se garantiza por medio de los formatos establecidos, pues los libros no pueden copiarse ni imprimirse.
La distribución de libros digitales a nuestros ordenadores o dispositivos electrónicos multimedia puede realizarse almacenándolos en soportes físicos o transfiriéndolos por redes de telecomunicación.
El modelo tradicional de intercambio de contenidos ha sido la distribución, ya sea préstamo, alquiler o venta, en soportes físicos (disquetes y CD para programas de ordenador, cintas VHS y DVD para las películas y documentales, casetes y CD para música, etc.), debido a la alta latencia y modelo de cobro por tiempo de conexión de las antiguas redes de telecomunicación. Internet aportó a este modelo la posibilidad de adquirir los contenidos no sólo en tiendas físicas, sino también a través de tiendas online, aumentando el catálogo disponible a los usuarios y haciendo más cómodo y rápido el proceso de compra.
Sin embargo, gracias a la aparición de las técnicas de compresión digitales y al incremento del ancho de banda de las redes de telecomunicación, este modelo está perdiendo fuerza frente a la transferencia de los contenidos a través de Internet. Tal procedimiento consiste en la descarga de los contenidos en los ordenadores de los usuarios u otros dispositivos multimedia a partir de servidores online y tiene como ventajas la inmediatez en la adquisición del contenido y su menor precio, por reducirse el número de intermediarios y por no requerirse un soporte físico que sustente dicho contenido. Sin embargo, el volumen de negocio actual es muy inferior a las expectativas que se tenían hace unos años. Una de las causas que está frenando este mercado es la dificultad de proteger adecuadamente la propiedad intelectual y los derechos de distribución, aunque en los últimos años se están produciendo notables mejoras en las tecnologías destinadas a tal fin. Hay dos formas para la transmisión de los contenidos: el modo descarga y el modo flujo. Es el primero el que se aplica a libros digitales.
En modo descarga, el usuario no puede utilizar el archivo hasta que éste se ha transferido complemente desde el servidor al ordenador. Los tiempos de transferencia dependen del tamaño del archivo y del ancho de banda de la conexión. En este modo no importa la velocidad de la conexión. Los paquetes perdidos pueden reenviarse de nuevo y no se necesita un software especial para el servidor. Por lo general, los ficheros emplean técnicas de compresión digitales para reducir al máximo posible los tiempos de descarga sin pérdida aparente de calidad para el usuario. Hay que tener en cuenta que, aunque los actuales libros electrónicos no tienen un tamaño excesivo (500 KB-10 MB), la progresiva inclusión de componentes multimedia lo incrementará.
La distribución de contenidos digitales empleando el modo descarga ha seguido tradicionalmente una arquitectura cliente-servidor. No obstante, la tecnología P2P es aplicable a ambos modelos de transferencia y supone muchas ventajas, como el ahorro de costes para los proveedores y la mayor velocidad de descarga para los usuarios. Las redes P2P permiten la distribución de contenidos a mayor velocidad y con mayor escalabilidad y tolerancia a fallos, ya que se aprovecha el ancho de banda y el espacio de almacenamiento de cada uno de los pares conectados, reduciendo así la dependencia de costosos servidores centralizados.
La distribución de contenidos digitales en modo descarga ha sido el siguiente paso a la distribución tradicional basada en formatos de almacenamiento físico. La proliferación de este tipo de distribución no fue posible hasta la aparición de avanzadas técnicas de compresión digitales (como JPEG o GIF para imágenes, MP3 o WMA para audio, DivX o XviD para vídeos, PDF para libros, etc.), que dieron lugar a distintos formatos de codificación que permitían reducir las necesidades de almacenamiento y tiempos de transferencia de los ficheros descargados.
Básicamente, los formatos de codificación y compresión digitales realizan la compresión cuando, tras analizar la información de una fuente de sonidos o imágenes, desechan la información que es menos perceptible para el espectador, manteniendo así un nivel de calidad adecuado.
Junto al propio formato de codificación de datos comprimidos ha aparecido una serie de herramientas que facilitan la compresión y descompresión de datos en todos los medios. Podría decirse que los ficheros comprimidos son una versión "reducida" del fichero original que, para usarse nuevamente, deberá descomprimirse.
Por esta razón, la gran mayoría de los documentos, vídeos, imágenes, etc., compartidos a través de las redes P2P, al igual que ocurre en los contenidos de descarga de sitios Web y FTP, se comprimen con programas de compresión, por lo que será necesario disponer del descompresor adecuado para ver el contenido real que hemos descargado.
La característica común de estos programas es que permiten agregar archivos relacionados en un único fichero y, además, hacer que el archivo generado ocupe menos, reduciendo así aún más el espacio necesario para su almacenamiento en los ordenadores y disminuyendo el tiempo de descarga para los usuarios. Por esta razón, muchos ficheros presentan extensiones (terminación del archivo) del tipo “ace”, “.arj”, “.cab”, “.gzip”, “.rar”, “.zip”, etc.
El compresor WinZIP es el más conocido y utilizado en Internet para tratar este tipo de archivos y puede obtenerse de la Red en versiones de evaluación (gratuitas) o de pago (las últimas). El formato de los archivos generados por WinZIP es “.zip”. Para redes P2P es también muy empleado WinRAR, siendo el formato de sus archivos el “.rar”. Este programa, más reciente que WinZIP, tiene como principal ventaja su capacidad para manejar la mayoría de formatos de compresión desde la misma interfaz de usuario. De entre los programas totalmente gratuitos cabe destacar FilZIP.
Los impresionantes avances en el campos de la informática y las telecomunicaciones han ido en muchas ocasiones por delante de normativas y legislaciones, lo que crea una situación de indefinición y vacío legal que siempre da lugar a conflictos entre los distintos agentes. Los programas P2P han sabido aprovecharse de esta situación y han creado una nueva forma de intercambio gratuito de canciones, películas, documentos o fotografías convertidos en archivos comprimidos (MP3, DivX, PDF o JPEG). Los internautas, naturalmente, acogieron la propuesta con gran entusiasmo y en muy poco tiempo los usuarios de P2P han pasado a contarse por millones. Este fenómeno ha tenido un gran impacto social y ha sido objeto de titulares en periódicos y televisiones de todo el mundo, poniendo al descubierto numerosos conflictos.
Como consecuencia, P2P se ha considerado equivocadamente por muchos expertos y usuarios como una tecnología perjudicial. Sin embargo, la realidad es bien distinta, y el P2P está llamado a convertirse en una de las tecnologías más innovadoras y revolucionarias de Internet, una red tradicionalmente basada en aplicaciones cliente-servidor. En concreto, las características intrínsecas a P2P convierten a esta tecnología en idónea para la distribución de contenidos digitales en la Red, incluidos los libros. La integración del DRM con las arquitecturas P2P es, por lo tanto, un proceso necesario e inevitable.
Hoy en día se dispone de servicios, como Snocap o Audible Magic, que permiten la identificación, monitorización y ras-treo de los contenidos multimedia protegidos por derechos de autor que están siendo compartidos a través de una red P2P. Por otro lado, existen cada vez más redes P2P destinadas al intercambio legal de contenidos digitales mediante técnicas de DRM, como PeerImpact o iMesh.
La descarga de contenidos digitales en este tipo de redes P2P legales tiene grandes ventajas para los usuarios respecto a las descargas en las redes P2P que manejan material protegido sin autorización, como Kazaa o eMule: para interaccionar con la red P2P, los clientes no contienen ningún tipo de código malicioso (spyware), los ficheros descargados no son en ningún caso falsos (fake) o de baja calidad (spoof), los usuarios reciben información más amplia del fichero descargado (artistas, contenidos, letras, recomendaciones, enlaces, etc.), se reduce la piratería que tanto perjudica a los autores y creadores, se podrá actuar como redistribuidor de contenidos siendo compensado económicamente por ello, etc. Así, las redes P2P están llamadas a convertirse en las redes de distribución de contenidos, también conocidas como CDN (Content Delivery Networks), del futuro.
La superdistribución consiste en que los consumidores de contenidos a través de una red P2P se convierten en revendedores de los contenidos adquiridos. Básicamente, al adquirir un determinado contenido y almacenarlo en nuestro PC, otros usuarios interesados pueden comprarlo y transferirlo a su PC a través de nuestra copia, utilizando para ello temporalmente nuestros recursos de procesamiento, almacenamiento y ancho de banda. Por ello, como revendedores de contenidos, recibiremos un descuento en otros artículos que compremos o algún otro tipo de beneficio económico. Generalmente, para que otros usuarios descarguen el contenido a través de nuestra copia será necesario realizar algún tipo de labor de promoción. Por el momento, la mayoría de los esquemas DRM soportan una superdistribución muy limitada, dada su enorme complejidad de llevar a la práctica. Una de las plataformas más avanzadas en cuanto a superdistribución es DigitalContainers.
Si tenemos en cuenta que el sector más afectado por la piratería ha sido el de la música, podemos considerar su transformación al negocio online como un referente importante de lo que probablemente ocurrirá en el sector de las revistas, periódicos o libros electrónicos. Por ello, seguidamente se estudia brevemente su evolución.
Desde que los grandes discográficas como Warner Music de AOL-Time Warner y Universal Music de Vivendi Universal llevaron por primera vez a Napster ante los tribunales por un delito contra los derechos de autor, la industria ha tratado de encontrar modos para que los internautas paguen por obtener música online. Ciertamente, la distribución de música a través de la Red ha demostrado que tiene grandes ventajas para los usuarios: disponibilidad inmediata y en cualquier momento y lugar de sus canciones favoritas, amplios catálogos de canciones, posibilidad de comprar canciones sueltas o discos completos, posibilidad de escuchar un fragmento de la canción antes de comprarla, ahorro por la disminución de intermediarios, etc.
El nuevo negocio de la música online son las suscripciones mensuales con o sin límite de descarga o el pago por canción o por álbum completo. En general, para los melómanos empedernidos la suscripción ofrece mayores beneficios, mientras que al usuario que busca sólo los títulos de moda quizá le resulte mucho más económica la compra de canciones sueltas. Los analistas dicen que ambos modelos no son incompatibles y que se mantendrán en el tiempo, al menos en este nuevo arranque del negocio musical. Inicialmente, el modelo de pago por suscripción fue el que más éxito alcanzó. Era lógico, pues se pretendía sustituir la descarga ilimitada y gratuita que los usuarios podían encontrar en Napster y AudioGalaxy, ofreciendo una tarifa plana que resultará menos dolorosa para el bolsillo de los asiduos a estos lugares.
La música está ahora protegida mediante sistemas como Liquid Audio o Windows Media Digital Rights Management, por lo que ya no puede escucharse en cualquier reproductor y está sujeta a una serie de limitaciones asociadas a distintos criterios dependientes de la tienda online en cuestión, como por ejemplo:
Según datos de la IFPI (International Federation of the Phonographic Industry), las descargas legales de música a través de Internet y de teléfonos móviles rozaron los 1.100 millones de dólares en el año 2005 (lo cual representa un 6% en el total de las ventas de las discográficas, porcentaje que aumentará hasta el 25% en el año 2010 según diversos estudios), unos 380 millones de dólares más que el año anterior. Los amantes de la música descargaron 420 millones de canciones digitales de Internet, lo que supone 20 veces el número de descargas legales de dos años antes. En la actualidad existen 335 sitios de descargas legales de música en todo el mundo, frente a los 50 de hace dos años, y las discográficas duplicaron la oferta de títulos disponibles hasta alcanzar los 2 millones de canciones y los 165.000 álbumes.
Esto significa que el sector de las descargas legales está alcanzando una gran popularidad debido a los nuevos servidores y también a la lucha global contra la piratería, y demuestran que el futuro del mercado musical pasa por su adaptación al mercado online. En el Reino Unido y Alemania, por ejemplo, son más las descargas legales que las ilícitas, lo cual supone todo un éxito porque hay que tener presente que mientras el número de archivos musicales ilícitos disponibles es superior a los 885 millones, tan sólo hay 2 millones de archivos legales.
Desde que la tienda de música online iTunes de Apple debutara en abril de 2003, se ha convertido en el líder del mercado. La actividad de las descargas legales en 2005 estuvo dominada por iTunes con un 80% de cuota, seguido por Napster y, muy lejos, otros competidores como MusicNet, Rhapsody o MusicNow. El reproductor portátil de música digital de Apple, conocido por iPod, pensado para reproducir los ficheros descargados a través de iTunes, ha tenido también un éxito enorme, con más de 42 millones de dispositivos vendidos desde su aparición en octubre de 2001.
En 2005 muchas empresas comenzaron a firmar acuerdos importantes para exportar el negocio de música online a los teléfonos móviles, destacando el de Apple con Motorota y el de Napster con Ericsson. El móvil se ha afianzado como dispositivo portátil para escuchar música (de canciones enteras a politonos). La música a través del móvil representó en 2005 aproximadamente un 40% de las ventas del mercado digital global.
Ese mismo año tuvieron lugar también las primeras iniciativas serias de la industria discográfica de conseguir una red P2P para compartir música de forma legal y de convertir así a sus mayores enemigos en aliados, con el lanzamiento de Peer Impact e iMesh. Peer Impact e iMesh son programas P2P que permiten a sus usuarios comprar música de forma legal y compartirla con otros miembros, recibiendo una compensación económica cada vez que ayudan a conseguir nuevas ventas. La idea de las discográficas es extender esta red P2P a vídeos musicales, películas, videojuegos, etc.
Hoy en día, el negocio de la música online está dirigido sobre todo a la descarga directa de canciones desde portales Web de Internet; el usuario únicamente debe disponer de un navegador Web instalado en su ordenador, además de un reproductor de audio. Sin embargo, para comprar y visualizar el catálogo de tiendas online como iTunes o Napster, los usuarios necesitan descargar e instalar un programa cliente específico en sus ordenadores. Durante los próximos años proliferarán los sitios de descarga legales basados en redes P2P tipo Peer Impact, para lo cual los usuarios deberán también descargar e instalar un programa cliente P2P específico. En ProMusic existe una lista clasificada de sitios de descarga legal pertenecientes a los diversos continentes o regiones.